EL DESTINO

Cerrar, o que se se cierren puertas. Ventilar. Y abrir una puerta, o que se abra una puerta delante tuya, son cosas que pasan y no muy a menudo.
Es un proceso al cual no se esta acostumbrado, porque cuando alguna de las dos situaciones suceden en ninguna de ellas te pilla preparado, atento, alerta. Siempre cuando sucede, o estamos mirando a otro lado, o simplemente no se se esta pensando en que eso le suceda a uno mismo. Solo esperar a que el viento sople a favor, o a que -como gran tienda de ultramarinos del barrio de Noviciado"El sol sale para todos", que algún día hablare de el- el sol salga para uno mismo.


Pues hoy se cerro un puerta, una etapa, el proceso. Y cuando pensaba que el equilibrio era imposible, que todo pendía de un puñado de horas que dan paso a otro puñado de días y así meses y meses....llamaron a mi puerta.
Y sin mirar, con el impulso del sonido de la madera al chocar en la mano de quien llamaba, me apresure a abrirla para saber de quien se trataba.

Mis ojos se abrieron como persianas al ver lo que el destino me ofrecía, y lo que yo al destino entonces le debía -no se a cuanto asciende la cuenta-.

No lo rechazó. Lo quiero para mi. Y cuando dicen que a una llamada del destino no la puedes decir que no -porque eso se nota- se te cierran todas las puertas pasadas, se pone el contador de tu vieja alma a cero y desde ese momento, en el que se dice "pase usted" el contador empieza a girar enseñando los números repetidamente y volviendo a contar.

Tendrá que haber un camino, alguno sin recorrer tal vez. El bueno aun no este recorrido, pero creo que lo he encontrado, y tal vez me ponga a caminar sobre el, pero esas cosas siempre las sabes al final con el típico "pues va a ser que no/si, " y no, o si lo sea.
Pero si es el destino que llama, y no tu el que llamas al destino para ver si hay algo en stock.....malo no puede ser nunca.

Maldito destino, como te odio.

Buenos días.